Más libros más libres

Por: Ana Iris Abréu

-Viste el final de Prueba de amor –Claro comadre, apropósito, cuáles salieron anoche en la Lotería Nacional –Yo no la pude ver porque no había luz, lo que si pude sentir fue el calor que a esa hora hacia –Si, debe ser que va ha llover.

Es la cotidiana y monótona conversación de aquellos cuyos conocimientos del mundo se limita a las cosas que pueden percibir en su entorno-microcosmos- muchos escritores, García Márquez por ejemplo, en sus novelas se mofa de esas insípidas conversaciones que giran entorno al estado del tiempo y ni siquiera tratado con carácter científico.

En los últimos días, quizás a raíz de la aparición de este medio de difusión escrito, nos hemos encontrado con personas para las cuales el no leer representa un orgullo. Este podemos decir que es el talón de Aquiles de nuestro pueblo. Esta comparación es utilizada adrede para que veas como de la literatura se extraen muchas frases que insertamos en nuestro vocabulario; haciéndolo más colorido y en ocasiones ayudándonos a expresar mejor nuestros pensamientos; por supuesto, estas frases nos ayudan cuando conocemos el significado y procedencia de las mismas, de lo contrario sólo demuestran nuestra ignorancia. Cuántos no hablamos de maquiavelismos y no hemos leído a Nicolás Maquiavelo, no sabemos que es lo que nos plantea “El Príncipe”, en muchos lugares se arma la de Troya, ¿sabemos a ciencia cierta que ocurrió en Troya? Si no leemos a Homero, no sabremos. En fin, la lectura nos ofrece un amplio bagaje cultural, imposible de conseguir con otras prácticas.

Cuando nos ponemos en contacto con la lectura, nuestro universo se amplia y podemos hablar de que se crea en nosotros un macrocosmos, que nos acerca a otras culturas, lugares y personajes, ya sea ficticios como Romeo y Julieta, lugares como Macondo, que nacieron del ingenio de Gabriel García Márquez o Shakespeare; pero que aparte de entretenernos nos hablan de una realidad como la que vive el pueblo latinoamericano; en el caso especifico de Macondo y nos proporcionan temas de conversación inagotables. Pero también están los libros que nos relatan historias de personajes reales; cómo conocer a Sócrates, Aristóteles, Carlos Marx, etc. si no, por sus escritos. Es imposible saber qué pasó con Hitler, Franco, Trujillo y otros tantos abominables hombres, con el objeto de no permitir que cosas como las que ocurrieron en el pasado se realicen en la actualidad.

“Más libros más libres”, fue un slogan utilizado para la promoción de la lectura, de éste podemos deducir que al leer rompemos las barreras de la ignorancia, pues contamos con un pensamiento crítico para aceptar o rechazar cualquier doctrina, eso en ese sentido, pero también tenemos la libertad de llevar el ritmo que queramos, cuántos no han sufrido esperando el desenlace de una teleserie, que por razones comerciales se extiende por tiempo indefinido.

Debemos asumir la lectura como una actividad destinada al entretenimiento, nunca como una imposición o un castigo. Muchos padres cometen este grave error y logran que sus hijos(a) vean los libros con repugnancia, pues realizan esta actividad sólo por obligación, quizás sin comprender lo leído. Todo lo contrario es lo que afirma Montesquieu al decir “Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas deliciosas”.

Bien, vamos todos a leer, y no como una actividad mecánica. Desde hoy dedicas unas horas a la semana, puedes empezar así a disfrutar, conocer, instruirte, informarte y porqué no, dejar de ser un “analfabeta educado”, porque en eso es en lo que te conviertes cuando no lees.

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